Como coexistir con la transformación digital

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Transformación digital, un asunto serio

Suelo asistir a muchos eventos de emprendimiento, de innovación, de innovación emprendedora, de emprendimiento innovador y creo que incluso a alguno de innovación innovadora… E indefectiblemente siempre se habla de lo digital, a veces como si se hablara del “coco”: ¡ten cuidado que viene internet y te come! Y se empieza a hablar de “tendencias” como la hiperconectividad, la hipermovilidad, el big data o el internet de las cosas, y parece que si no controlas la terminología, si no usas la huella dactilar para conectarte a algo, si no sueles comentar en twitter lo que estás viendo en la tele o no tienes la lavadora conectada al móvil no se entiende muy bien para que existes…

No seré yo quien frivolice sobre lo digital, todo lo contrario: está claro que la Transformación Digital en la que estamos inmersos es mucho más que una revolución económica: implica además una revolución social e, incluso, una revolución cognitiva, todas ellas de difícil digestión para el común de los mortales. ¿Estamos entonces inmersos en una vorágine tecnológica inabarcable que nos va a devorar a todos? ¿Es después de todo la llegada del coco?

Yo no solo no lo creo sino que defiendo todo lo contrario: la transformación digital trae un mundo nuevo y mejor si la humanidad es capaz de trascender, evolucionando en lo social y en lo personal. No sé qué deberá ocurrir antes ni creo que vaya a ser fácil, pero, en todo caso, la revolución cognitiva pasa por una revolución actitudinal. ¿Podemos cambiar a la humanidad desde nuestro sillón o desde nuestro móvil? Difícilmente, aunque todo es ponerse. ¿Podemos ayudar a cambiar a otros en nuestro entorno? Muy probablemente ¿Y cambiar nosotros mismos? Sin la menor duda. Permítanme compartir algunas propuestas.

Recetas para inmigrantes digitales que quieren adaptarse y no morir en el intento.

1. Pon un nativo digital en tu vida. Si es un hijo o una hija mejor pero si no, seguro que hay alguien en tu entorno que te puede ayudar. Pregunta hasta la saciedad. ¿Recuerdas esas sesiones maratonianas de “¿por qué, por qué, por qué?” cuando eran pequeños? Pues eso, te lo deben. Que te ayuden en lo que necesites: el Word, el facebook o hacer una web. Si sabe, que te enseñe. Y si no sabe, que aprenda contigo, lo va a necesitar aún más que tú. Y lo mismo a la inversa. Igual que le ayudas con la tarea de lenguaje o de matemáticas, ¿por qué no con esa consulta en Wikipedia o con ese trabajo en PowerPoint?

2. A falta de nativo provéete de un inmigrante integrado. Los hay. Suelen llamarnos frikis y la mayoría de inmigrantes resistentes tiene uno o una cerca, si no, no viajarían, no tendrían teléfono ni harían muchas de las cosas que hacen porque llevan a su inmigrante lazarillo a su lado. Y si eres el inmigrante integrado, no le des peces, enséñale a pescar. Si se resiste hazle la pregunta demoledora ¿Cómo te las vas a arreglar cuando yo no esté y encima seas viejo?

3. Usa lo que te resulte útil, pero úsalo. Es verdad que no es obligatorio pagar la guagua con una aplicación de móvil, pero si viajas habitualmente en guagua usa la APP. Además sirve para consultar cuanto va a tardar la siguiente… Si viajas, prueba a hacer búsquedas por internet. Aunque luego vayas a la agencia, pero al menos entrénate.

Antes de seguir, te propongo una ENCUESTA un montón de recursos digitales para ver hasta donde llega tu conocimiento. Te desafío a que busque aquello que no conozcas y descubras si te puede ser útil. 

4. Socializa. Mucha gente a lo que se resiste es a socializar en internet por miedo a revelar sus datos o porque se siente vulnerable. Se puede estar en Facebook y no compartir nada en el muro, se puede seguir a otros y opinar sobre lo que ellos comparten. Es una forma de empezar.

5. Juega. Esta es la clave definitiva. Una de las mejores formas de aprender es jugando. No te tomes el aprendizaje como una maldición sino como un juego. En Internet hay miles de aplicaciones para todas las aficiones. Una de las características de los nativos digitales es su vocación de jugadores y su necesidad de experiencias similares al juego. No necesariamente virtual. La experiencia lúdica nos ayuda a abrir la mente y a aceptar cosas nuevas y disruptivas. Juguemos para facilitar el aprendizaje.

Estas cinco recetas las podemos poner en práctica para mejorar nuestra actitud hacia lo digital, pero también nos pueden servir para ayudar a otros a hacerlo. Si además somos padres o docentes, no es una opción, es una obligación.

El mundo digital parece el coco, convirtámonos en comecocos.

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