En TEDxLaLaguna. Pon un Nativo Digital en tu vida I

pon un nativo digital en tu vida

Pon un nativo digital en tu vida

Hace unos meses publiqué una entrada proponiendo a los «inmigrantes digitales» que pusieran un nativo digital en su vida. Recientemente he tenido la oportunidad de participara en un evento TEDx en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna hablando de este tema. Ha sido una experiencia más que gratificante por muchas razones, pero la principal es que dos personas me han dicho: «me has dado algunas ideas». Una de ellas es profesora de secundaria y la otra responsable de RRHH en una empresa mediana. Espero haberlas inspirado de verdad y que les ayude a mejorar su entorno.

Aprovecho para poner la primera parte del texto íntegro de la charla tal como la tenía preparada (los gazapos que aparezcan en el vídeo cuando se publique solo deben ser achacados a mis propios nervios),

Solidaridad entre generaciones para un mundo digital I

Hiperconectividad. Hipermovilidad. Big data. Bots. Crowdfunding. Blockchain. Si no controlas esta terminología, si no usas la huella dactilar para conectarte a algo, si no transmites en video tus paseos con el perro, si no sueles comentar en twitter lo que estás viendo o no tienes la lavadora conectada al móvil… parece que en ese caso, no se entiende muy bien para qué existes.

No seré yo quien frivolice sobre lo digital, todo lo contrario. Está claro que la revolución que nos ha sobrevenido es mucho más que una revolución económica: implica además una revolución social e, incluso, una revolución cognitiva, todas ellas de difícil digestión para el común de los mortales. ¿Estamos entonces inmersos en una vorágine tecnológica inabarcable que nos va a devorar a todos?

No solo no lo creo sino que defiendo todo lo contrario: la revolución digital trae un mundo nuevo y mejor si la humanidad es capaz de trascender, evolucionando en lo social y en lo personal. No sé qué deberá ocurrir antes, ni creo que vaya a ser fácil, pero, en todo caso, la revolución cognitiva pasa por una revolución de nuestra propia actitud hacia lo digital. La clave está, como nunca antes, en la solidaridad intergeneracional.

Pero antes, es necesario que acordemos algunos conceptos previos:

Uno de ellos es el de “Nativo Digital”. Seguramente habrán oído el término pero quizá algunos no sepan que fue acuñado por Marc Prensky allá por el año 2000 para referirse a las personas nacidas después de 1980, o lo que es lo mismo, a la primera generación que, además de televisor y bicicleta, tuvo acceso a un ordenador e internet, en casa, desde la infancia. Y entonces ¿Cómo llama Prensky a todas las personas nacidas ANTES de 1980?  He aquí otro concepto, NOS llama “Inmigrantes digitales”.

Según Prensky, los nativos digitales han desarrollado hábitos de comunicación y de aprendizaje totalmente distintos a los de sus padres y abuelos, inmigrantes digitales, ya que han estado sometidos desde edades tempranas a estímulos cognitivos muy diferentes: la proliferación de las imágenes en detrimento del texto, la estimulación de determinados reflejos por los videojuegos, la hipertextualidad… Mientras que los inmigrantes digitales hemos aprendido a movernos en el mundo digital con nuestras viejas herramientas. Leyendo para aprender, haciendo las cosas de manera secuencial y volviéndonos locos cuando el hipertexto no nos dejaba volver al artículo original que estábamos leyendo. Eso sin contar lo que nos costó acostumbrarnos al ratón o la pantalla táctil que nuestros hijos manejan como si fuera un instinto.

La diferencia de competencias digitales entre los nativos y los inmigrantes es lo que se llama la  “brecha digital”.

Llegados a este punto quiero desmontar tres creencias:

  • Primera creencia: los jóvenes (nativos digitales) se mueven como pez en el agua en todo lo que tiene que ver con internet y las tecnologías de la información y la comunicación

No es verdad. Es cierto que deberían tener fácil aprender a utilizar esa tecnología, pero como de pequeños los enviamos a una guardería para leer, les limitamos el tiempo de videojuegos y les convencimos de que el aprendizaje era otra cosa (aburrida y difícil), ahora ese aprendizaje es un esfuerzo al que no se quieren dedicar aunque lo que haya que aprender sea tecnológico y digital y pueda ser hasta divertido. No es de recibo que un estudiante universitario salga de la facultad sin saber utilizar una hoja de cálculo o haga una presentación llena de texto y sin imágenes. Usar aplicaciones actuales como Facebook o whatsapp no es garantía de saber desenvolverse en el mundo digital…

  • Segunda creencia: los mayores (inmigrantes) no han tenido oportunidad de aprender las herramientas tecnológicas y les cuesta mucho trabajo

No es cierto. La ofimática y los programas de gestión datan de los años 90 ¡hace casi 20 años! No me creo que alguien que ha estado en activo trabajando en empresas durante los últimos 20 años no haya tenido la oportunidad de hacer algún curso o de trastear con las herramientas de manera autodidacta.. El uso del ratón supuso un cambio cognitivo (de esos que hablaba Prensky ¿recuerdan?), pero ahora nadie nos tiene que decir cómo hacer zoom con dos dedos o cómo hacernos un selfie…

  • Tercera creencia: a partir de cierta edad ya no merece la pena esforzarse en aprender lo digital porque no es necesario

Tampoco es verdad. La digitalización está aquí para quedarse y no sabemos cómo va a evolucionar, pero sí sabemos que hay un montón de tareas que ahora hacen personas que pronto solo las harán máquinas. ¡Y tendremos que ser capaces de usarlas! Ya hay estaciones de metro totalmente automatizadas en las que los usuarios solo disponen de máquinas expendedoras para comprar ¿Cómo se las arreglaran las personas mayores entonces? Mi suegra tiene 87 años y una enfermedad que le produce un temblor en las manos que le impide hacer muchas tareas cotidianas como escribir, cocinar etcétera. Eso hace que su actividad esté muy limitada y por eso hace tres  años le dimos un iPad que recibió con miles de prevenciones ya que, según ella, los aparatos la odian. Al principio le cargamos libros para que leyese con comodidad y un montón de fotos de sus nietos y bisnietos para que se distrajese.

Posteriormente le abrí una cuenta de Telegram para que participase en el chat familiar con mi marido, y mis hijos y sus parejas, que viven fuera. No puede escribir pero está al día de toda las actividades familiares. Actualmente tiene una cuenta en facebook en la que sigue a personas de su familia, lee el periódico y hace el seguimiento de su cuenta corriente por Internet. ¿No lo necesita? Ahora no se separa de su iPad.

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